La vieja casa

Inmueble maipuense al que se hace referencia en el artículo (foto 1940)

 Sonó al abrir la vieja puerta de hierro, que con el sonido de sus goznes me daba su bienvenida, allí estaban, marcados por los años, los viejos muebles que la llenaron, a los cuales conocí  pulcros y brillantes.

                Y, entorno, la media luz que todo lo entristece. La pobreza, que todo lo rompe, lo arranca y lo destroza.

                En el jardín, una canilla mal cerrada dejaba caer el agua tristemente, como si en vez de cantar, llorase.

                Los espejos y los vidrios sucios brindaban un marco de abandono y de olvido.

                ¡Cosas de la vida; Los recuerdos alegres parecen tener garras! – Hay recuerdos convertidos en penas y que no obstante nos empeñamos en guardar o en reavivar…

                Si no ¿Por qué pasé esa puerta que mi mano abrió tantas veces?

 ¿Por qué contemplé el jardín, donde jugaban mis antepasados y también nosotros?

                Volví, abrí la puerta, traspuse el umbral, dejando tras de mí un mundo de caricias, juegos, recuerdos gratos, pero también un lastre, triste lastre: el de un presente donde todo es recuerdo.      

Nada de aquello es el hoy, sino el ayer.

Tota - Maipú: Octubre 2010


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