sábado, 16 de agosto de 2014

Pinceladas de los barrios maipuenses

La palangana rota 
(esquina de Lavalle y Pellegrini)


Corrían los años lindos de la niñez … sin problemas ni preocupaciones, en muchos casos, ni los de la escuela, con el pensamiento puesto solamente en algunas “travesuras” propias de la edad, bolitas, escondida, mancha “venenosa” y la otra, el vigilante ladrón y más que todas el picado de todas las noches.

Mi barrio era una esquina cualquiera de un lugar como hay tantos, en el medio de la esquina y bajo la tenue luz del foco, sin darle importancia a los autos que pudieran pasa, nos reuníamos a charlar sobre “nuestras cosas”, pues la más importante para toda la barra, eran los picados que teníamos que hacer, antes que se nos pasara la hora. Pues la barra de la “Palangana Rota” era fuerte.

¿Cómo nació el nombre mencionado? Bueno… la esquina que hoy ocupa el inmueble perteneciente a la familia Oviedo, era baldío y precisamente en ese lugar, se había colocado un cartel grande  de los cigarrillos Imparciales, sostenido por dos columnas grandes de hierro. En una noche de “reunión”, uno de los muchachos tuvo la feliz idea de colocar en una de las mismas una palangana rota, de ahí su nombre. El de la idea… “Pancho”, más adelante les cuento quién era.

Quienes integraban la barra… Bueno, a casi todos los recuerdo, pero si me olvido de alguien, que me perdone.

Comenzaré por “Pancho”, Gilberto Herrera, alias tarzán, pues le gustaba tirarse de los frondosos árboles que había en la quinta de Murias. (Quinta que hoy ocupa el chalet del Dr. Ducós)
“Paja Brava”, Quito Carrera, por lo chiquito y malo. “La loca Rosa”, Rubén Casado, pues tenía las piernas parecidas a las de un personaje de la época. “Cuerito”, César Carrera por lo tranquilo y sereno. “El malevo”, Horacio Carrera, mayor que nosotros, pero… ¡pesado! “El chato Flores”, Lito Casado, seco, pero muy chinche, cuando jugaba en los picados. “Poroto”, Alfredo Guzmán, muy bien puesto el sobrenombre, vino al barrio desde Gral. Lamadrid, fuimos al mismo colegio, no sabía patear la de “goma” o “trapo”, yo le enseño lo poco que sabía y terminó… ¡jugando en la segunda de Ferroviario! “Ficho”, Adolfo Ricardo Carrica, bueno, pero cuando se enojaba… ¡más malo que un salao! Oscar Carrica, con su cara de buen tipo, frecuentaba poco la barra. “Cepillo”, Coco Casado, mejor imposible el apodo, pues cuando jugaba en los picados, era un verdadero cepillo para los contrarios.

De tanto en tanto caían a los picados los hermanos Amilcar y Humberto Goenaga, pues no los dejaban salir mucho, pero cuando conseguían escapar a la vuelta mamá Lucía les daba la salsa. “Lalo Pelicchari”, Jorge Ferrer, imitaba al relator de fútbol de la época. Otro de los personajes de la barra, “Timota”, flaco, petiso, siempre despeinado, no recuerdo su nombre, pero sí me acuerdo que dormía con la camiseta de Boca (el sueño del pibe) “Eustaquio”, el del pelo largo y agachado al caminar.


“Quién no recuerda al barrio de su infancia… no tiene alma de niño.”
                                                                                           
                                           Rogelio Hann (A.N.I)  Maipú - 2014

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