Presentamos hoy otra obra del polifacético artista maipuense
Luis Odescalchi, esta vez es una de sus poesías dedicada a un lugar muy caro a
sus sentimientos, una esquina maipuense desde donde él visualiza lo que narra
en ella.
Ramos Mejía y Chacabuco,
desde allí, el autor nos describe el paisaje que aparece ante sus ojos con
innegable nostalgia, así transcurren estampas donde se suceden instalaciones
añejas del Ferrocarril que despiertan recuerdos de su niñez, unidos a él. Las
vías del Ferrocarril, precisamente en ese tramo, ligado antaño, en épocas de
inundaciones al traslado de los muertos por ese terraplén, hacia el cementerio.
Todo ello enlazado por su particular manera de contarnos
esas historias maipuenses, en forma de poesías, que tanto bien le hacen a la
tradición de nuestra ciudad.
Las gotas de rocío
dormitan en la punta de los pastos
esperando al sol
que las despierte,
y las eleve a nubes de colores.
regado de lágrimas
de deudos, que llevaban a su muerto
a la última morada,
en silenciosa de caravana,
en tiempos de inundaciones
siguiendo los hierros paralelos
destino irreversible
de transportado y transportadores.
Grupo de palos y largueros,
silenciosos e inútiles
por antojo del progreso.
Actor importante del pasado
donde llegaban las tropas por arreo,
para embarcar a matadero.
Ignorado paisaje con historias de hombres
sacrificados para hacer el país y el progreso.
Lo llaman el embarcadero viejo,
Junto al galpón de cargas y de
máquinas
simbolizan el próspero pasado.
Hoy lloran la ignominia y abandono
como estatuas invisibles,
que no se aprecian
por el valor histórico que representaron.
Sobrevira al tiempo,
abandonado,
acariciado fugazmente
por las patas de los pájaros
que se posan y no vuelven,
en ese pedazo de paisaje misterioso
De Ramos Mejía y Chacabuco.
Luis Odescalchi
Maipú – 31 de Noviembre de 2014
Si este post fue de tu agrado, no dudes en
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario es bienvenido, déjalo a continuación: