En mis
largas caminatas por el pueblo, en tardes de mucho silencio, el tiempo me
cuenta cosas, como estas… cruzando las vías del Ferrocarril un hermosa quinta,
cubierta de árboles de distintas especies, rodeada en todo su perímetro, con
alambre tejido… el Prado Español y… sus Romerías.
En el
centro una edificación de material, tipo rombo, con galería toda la vuelta,
pisos de ladrillo y un pequeño palco, para los músicos, la Gaita Gallega y la
Dulzaina… músicos con instrumentos de viento.
En esos
hermosos días de marzo, porque las Romerías Españolas se hacían ese mes, por
las mañanas y las tardecitas, los grupos musicales recorrían el pueblo,
haciendo sonar sus instrumentos con bellas melodías para chicos y grandes y por
las noches animando las Romerías, donde también se podía bailar.
¿Que había
en el Prado como diversión? tiro al blanco, voltear muñecos, ruleta, argollas a la botella, la pesca de golosinas,
tirarle la pelota al negro (¿en qué consistía este juego? En el fondo del predio delimitado para él, se
colocaba una lona con un agujero en el centro por donde aparecía la cabeza del
negro a quién había que pegarle… cosa que era muy difícil)
Unos de los
más entusiastas promotores de las Romerías Españolas fueron los gallegos
Alvarez, quienes tenían un pequeño taller, con un surtidor de nafta en su
frente al lado de la vieja y tradicional Confitería Maipú (*), hoy desaparecida, en la esquina de
Belgrano y Sarmiento.
Como se
decía en esos tiempos… “Esta noche vamos a las Romerías del Prado Español”. Su
contorno se llenaba de sulkys, vagones, charré, volantas y… hasta algún autito.
El paso del
tiempo lo fue corriendo, hoy nos queda la nostalgia de ese hermoso… ¡Prado
Español!
Seguramente
mucha gente lo recuerda como yo.
Se nos fue
el Prado Español… y con él un cachito de Cultura Española.
Rogelio Hann - Maipú; Marzo de 2015
(*): Hoy en
ese lugar existe un Bazar.
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