Caminando todos los barrios de tu pueblo, en tiempos
de lluvia y fríos intensos, envuelto en tu impermeable negro con capucha.
En verano bajo el sol abrasador o soportando los
fuertes vientos de la Estación, con tu guardapolvo gris, para cumplir con los
clientes, llevando debajo del brazo, papeles y libros con letras y en la
garganta el pregón de Caniya; diario, revista, señora, señor. Así era este Vasco Caniya, de la vida.
Tenía una cita con los trenes, conocía de memoria a
la perfección los horarios de los trenes, recorría de punta a punta el andén,
ofreciendo sus diarios y revistas, con buenas noticias y de las otras. La parada de los micros, era una presencia
obligada con su pasión de Caniya, con la humildad y la bondad que todos le
conocíamos… Así era este Vasco Caniya que ya no está…
En un tiempo lo cruzaba todas las mañanas, rumbo a
la estación de servicio en la ruta 2, donde el camión de los diario, le dejaba
el paquete con los diarios y revistas.
Así era este Caniya del pueblo, con el pregón encendido en el alma, por
todo esto, su imagen quedará para siempre suspendida en aire de todas las
barriadas de su Maipú querido.
Su última parada con pregón de Caniya, fue la
esquina del Banco de la Provincia de Buenos Aires, tal vez, como diciéndole
adiós a la vida, a su Maipú querido.
Como tantas cosas que se van… se fue el Vasco
Caniya, cuántos recuerdos, cuántas anécdotas, cuántas cosas, cuántas cosas de
Caniya, se fueron junto con él, en la larga noche sin regreso, hacia una
estrella que lo alumbrara para siempre.
Rogelio Hann.
Maipú: Noviembre 2013
Rogelio Hann.
Maipú: Noviembre 2013
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